En 1941, Alemania invade la Unión Soviética como parte de la Operación Barbarroja. Al comenzar las hostilidades, el Ejército Rojo rearma su infantería, reemplazando sus viejos fusiles Mosin-Nagant por el Tokarev SVT-38 y el SVT-40. Esto provocó un shock a los alemanes, que empezaron a capturarlos para su propio uso.
Al final de la guerra se habian producido 402.713 unidades de ambos modelos, incluyendo 53.435 fusiles para francotiradores; el K 43 fue el preferido, con una mira telescópica Zielfernrohr 43 (ZF 4) de 4x.
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